sábado, 30 de julio de 2011

Vamos por partes



¿Quién decide cuando lo viejo termina y empieza lo nuevo? No es un día específico del calendario, ni un cumpleaños, ni un año nuevo... Es un hecho, grande o pequeño, que nos cambia. Nos da fuerza. Una nueva forma de vivir y de ver el mundo, dejando a un lado viejos hábitos, memorias. Lo importante es que nunca dejemos de creer que podemos volver a empezar, pero también es importante recordar que, dejando a un lado toda la mierda, hay ciertas cosas que merece la pena mantener.






Ahora que está de moda lo viejo, o lo retro y vintage, que queda mejor... ¿Cómo lo dejamos atrás? Si continuamente volvemos la vista al pasado, ¿cómo lo apartamos de nuestra vida? ¿O es que no deberíamos?


La gran duda es: ¿cuándo nos damos cuenta de que una etapa ha terminado? ¿Y qué es lo que marca que una nueva comienza? Me atrevería a decir que sólo nosotros mismos lo decidimos... pero la vida también tiene algo que decir.

lunes, 25 de julio de 2011

Efímera como una pompa de jabón


La felicidad es un estado de ánimo, no una meta.

La mayoría de las personas tenemos como meta alcanzar la felicidad en estado puro. Vivimos pensando que nada es suficiente, no nos conformamos con disfrutar de cada día y de cada segundo; sino que seguimos lamentándonos por lo que sucedió, seamos o no culpables de ello, pensamos en un futuro incierto adelantándonos a lo que vendrá, aspiramos a ser algo más…y sobre todo, queremos encontrar a esa persona que nos guíe nuestro cuento de hadas y que sea para siempre. Sí, hacemos esto y muchas cosas más, pero todos los sabemos.

En ese camino en busca de la felicidad olvidamos que cada segundo cuenta y no volverá a ocurrir. No hacemos caso a las pequeñas cosas que suceden por casualidad y pasamos por alto cada detalle. A veces puede ser un olor que se convierte en inolvidable, un abrazo inesperado, una llamada que necesitabas desde hace tiempo…o simplemente darte cuenta de que aunque solo sea por una fracción de segundo, eres la persona más feliz del mundo, sin importar lo que venga después o lo que opine la gente, sin importar si otros entienden o no tu felicidad. Porque eso es vivir.