Vivir no es sólo respirar *

De alguien verdaderamente inteligente estcuché una vez la siguiente pregunta: ¿Qué significa ser valiente? Según la Real Academia Española, la valentía es sinónimo de fuerza o decisión, aunque también se define como el realizar un hecho, algo, con valor. De acuerdo a ésto, por ejemplo, podríamos considerar valientes cosas tan sencillas como el marchar a una ciudad nueva, el coleccionar postales que recuerden lo vivido, bueno y malo, como los momentos que conforman la vida misma, el estar durante meses encerrada en una habitación, entre libros, y aún así, sabiendo que se está realizando una carrera de fondo. Ser valiente es esperar con ansia un reencuentro en un aeropuerto, o el querer compartir miles de planes y planes futuros. Quizás, la valentía sea tan sólo la capacidad de perseguir sueños y de entregarse por completo a ellos, de bailar con las emociones y expresar los sentimientos. Saber que somos nuestra piel y nuestro rostro, con las huellas de los años repetidos. Ser valiente es ser rebelede a los límites y a las barreras. Sin miedo a estrellarse, al error. Siempre con subidas y bajadas, con buenos y dulces momentos, inundados de oportunidades, de esperanza. Descubriendo quién es cada uno en cada paso, dejándose sorprender por lo inesperado. La valentía no es dejarse asustar por el cambio, por aquello que pone todo patas arriba. Agarrados a lo único que tenemos, los segundos, minutos, días. Los momentos, las personas. El proyecto de vivir, la posibilidad de cambiar y seguir caminando.

Ser valiente es agarrar la vida con hambre de más, siempre.