miércoles, 25 de agosto de 2010

.. you are somebody's reason to smile (L)

Cuando estaba en sexto tuvimos que leer Romeo y Julieta en clase, y luego, para subir nota, la profesora nos hizo actuar cada escena. El chico más popular era Romeo y ¡cómo no! el destino decidió que yo fuese Julieta. El resto de las chicas de la clase me tenían celos, pero como yo me sentía diferente, le dije a la profe que Julieta era idiota. Para empezar, se enamora del único tío que sabe que no podrá alcanzar y luego culpa al destino de su propia mala elección. La profesora me explicó que cuando aparece el amor hay veces que el elegir simplemente desparece por la ventana. A los 13 años yo lo tenía muy claro. El amor, como la vida, se basa en tomar decisiones, y el destino no tenía nada que ver en ello. Todo el mundo cree que es tan romántico... Romeo y Julieta, amor verdadero... qué triste. Si Julieta era lo suficientemente tonta como para enamorarse del enemigo, beberse una botella de veneno y dormise en un panteón... Se merecía lo que le ocurriera.
Igual Romeo y Julieta estaban destinados a estar juntos, pero sólo durante un tiempo, y ya pasó. Si hubiesen sabido eso de antemano quizá todo habría ido bien. Le dije a la profesora que cuando fuese mayor tomaría el destino con mis propias manos. Mi profesora me dijo que tendría suerte si alguna vez encontraba ese tipo de pasión con alguien, y que si así era, estaríamos juntos para siempre. Todavía creo que, la mayoría del tiempo, el amor funciona con elecciones. Se trata de dejar el veneno en la botella y crear tu propio final feliz. La mayoría de las veces. Pero otras, incluso con las mejores elecciones y las mejores intenciones, el destino sigue ganando.

3 comentarios:

  1. Mentita, tienes tanta razon :)
    Me ha encantado muchisimo esta actu. Es como si me hubieras leido el pensamiento, porque ultimamente estoy pensado cosas así. Siempre consigues que saque una sonrisa cuando te leo ^^

    un besito enorme. tequiero (L)!

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  2. Las grandes pasiones no-salen-bien. Ninguna. Mira en la literatura, en el cine, en la historia. Todas las grandes pasiones se autodestruyen y, o bien se apagan al poco, o bien encuentran la muerte y claro, se hacen eternas y famosas.

    Y si resulta que, como diría Iris Simpkins, nos afecta solo a nosotros, los amantes no correspondidos, los minusvalidos sin plaza de aparcamiento reservada, entonces de nuevo vuelve a existir la muerte como salida, o la locura. La más dulce, lenta, cambiante y debastadora locura.

    Las grandes pasiones no sobreviven, te destruyen. Y decir que habla la experiencia resultaría violento y engreído, pero no encuentro otra forma de demostrar mi convencimiento.

    El destino es el que tiene las cartas, cualquier decisión que tomasemos, él la voltearía y la dejaría inservible, y tendríamos que volver a empezar. La consciencia no sirve de nada cuando el retrato del amor perfecto lo dibujan un buen puñado de hormonas jodidamente bien ensambladas, una inteligencia emocional suficiente que te haga creer en toda esa falsa magia y el destino. El aquí, y el ahora.

    Julieta fue inteligente. Prefirió verse morir ella misma a ver morir algo que, en el fondo, sabía perfectamente que no podría haber durado JAMÁS. Todos deberíamos admirarla por su inteligencia, por saber lo que más le convenía.

    Te aseguro que llegados a cierto punto, el veneno puede llegar a parecer la única, y por tanto la mejor solución.

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  3. Sólo sabemos el principio y el desenlace de nuestra propia historia, el nudo lo elegimos nosotros. Siguiendo la teoría de Gasset de la libertad humana: "el hombre es el único ser que ante una situación tiene un abanico de posibilidades a elegir", hay situaciones que no elegimos nosotros. Julieta, si en su mano hubiera estado, preferiría enamorarse de Paris antes que de Romeo, ya que era lo mejor. Pero he ahí lo interesante, cuando la naturaleza gana a los límites establecidos por el ser humano. El destino siempre nos llevará al final del camino, pero los pasos los damos nosotros.
    Me has hecho pensar mucho, Miss M.
    (L)

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